2 - Jos

Previo al nacimiento de mi hermana ya estaba yendo a la primaria, era raro por qué cambie varias veces de kínder y estar en la primaria desde el primer año, no había experimentado esa sensación de pertenecer a un lugar por mucho tiempo. Así que sin más entre a la primaria Francisco I. Madero a la edad de 5 años, por ser de Septiembre siempre entre un año antes a la edad que era requerido. Y el primer día lloré, no quería estar en esa escuela solo y sin más mi mamá se fue dejándome en el salón con mis compañeros. Realmente lloré en cada inicio de año, no fue hasta el cuarto año donde me calme y dejé de llorar. Eso fue un gran avance para mi.

Recuerdo vagamente esos días, a esa edad yo ya sabía leer y sabía sumar/restar. Mi mamá hizo ese trabajo conmigo, era hacerlo o pegarme. Muchas veces me pegó, años después le reproché por eso. Tengo muy presente que lloraba mucho, siempre exigía mucho más de lo que podías exigir a un niño de 4-5 años. En esos días no sabía que quería conmigo realmente, me dejaba jugar pero siempre fue la escuela primero; años después entendí el por que y el para qué, mientras no fue así. Mis deberes y quehaceres antes que la diversión o distraerme. Y sobre todo no mentirle, esas veces que lo llegaba a hacer pobre de mi. Me pegaba con su mano, el mata-moscas e incluso la sandalia. Quedó muy marcado eso en mi, no tanto por el daño físico, que de por sí dolía demasiado, sino por qué me veía a mi frágil tras de los golpes. Sino hacía bien la tarea o lloraba mientras la hacía y le caía una lágrima me arrancaba todo lo que llevara, no importaba si casi terminaba. Me obligaba a hacerlo perfecto, a estudiar en mis momentos de "no hacer nada", a limpiar la casa para que no "me aburriera", barrer y colear el piso. ¿Qué más podía hacer un niño a esa edad?.

Por eso cuando supe la noticia que estaba embarazada y tendría un hermano, no me importaba que fuera. Yo solo quería alguien con quién jugar. Así nació mi hermana el 27 de Marzo de 1991. Esos días me quedaba con mi madrina y sus comidas porque fueron a un hospital particular para que naciera. Y ya te imaginas el suplicio de comer lo que ella hiciera, sino también me regañaba y me pegaba. Solo que la forma en la que ella lo hacía era muy distinto, ya que me hacía sentir culpable por algo que había hecho mal, si me regañaba o me pegaba era por que yo me lo buscaba, siempre me lo decía cuando pasaba tiempo y se calmaba todo. Llegó el día en que la conocí, ahí tenía una cosita muy pequeña, obviamente no le vi parecido alguno a alguien pero estaba ahí conmigo, lloraba mucho y la abrazaba de vez en cuando para que se calmara. Ahí estaba Abigail conmigo. Y por obvias razones, si era poco lo que teníamos, con una boca más para alimentar fue aún menos. Pero eso no lo sabia yo, solo me dedique a estudiar y cuidar de mi hermana cuando me lo pedían. 

Creció poco a poco, le daba de comer, le prestaba mis juguetes, tenía sus mejillas grandes y gordas. Se parecía a mí papá y al día de hoy es la que más se parece a el. Bailaba por todo, le compraban ropa para que vistiéramos igual. Era muy machorra eso sí, no vi alguna diferencia en ella por ser mujer, la trate igual que un amigo, fui tosco con ella, al principio ella lloraba y se quejaba, pero poco a poco entendió que no era por que fuera malo, sino por qué quería jugar con ella. No media mi fuerza o sabía que estaba bien o mal. Simplemente éramos dos hermanos que nos entendíamos a como podíamos y jugábamos. Ella cuando ganaba decía que era "la tapona", no podía decir campeona, pero entendíamos el punto. Llegaban mis abuelos y convivíamos con ellos, jugábamos canicas con mi abuelo paterno, Papá Goyito y siempre nos ganaba, hasta llegaba a romper mis canicas. Era tener otro rostro familiar que no fuéramos nosotros mismos o vecinos cercanos, que de igual manera no convivíamos con ellos o con más niños de nuestra edad, solo en la escuela. Fueron buenos esos días. 

En la televisión veía caricaturas, a esa edad ya me dejaban ver lo que pasaba en el 5 o el 7 con el Carisaurio, desde ahí empezó mi afición por tantas caricaturas. Veía todo lo que se podía o me dejaban, vi Caballeros del Zodiaco, Remi, Heidi, los Halcones Galácticos, el show de Bugs Bunny, Mazinger Z, He-Man, los Thundercats, las Tortugas Ninja, y tantas más que no recuerdo a menos que vea el Intro o una imagen de la caricatura, esos eran algunas de mis tardes y mis sábados por las mañanas. Cuando estaba con Abigail tuve que ver más caricaturas y me vi Sailor Moon; por sobre todo crecí con Gokú literalmente, me vi Dragón Ball cuando comenzó desde pequeño, fui creciendo con cada capítulo al igual que Kakaroto, aunque repitieran siempre los mismos episodios, siempre los veía puntual. O al menos cuando me lo dejaban ver, ya te imaginas la impresión en mi cuando empezaron a poner anuncios que pronto habría una noticia en televisión, más que habíamos visto el final de Dragón Ball por la TV recién. Y sin más llegó el Z, hice todos mis deberes, tareas, quehaceres y me porte bien para que mi mamá me lo dejara ver; ahí estaba sentado desde las 7:30 p.m. esperando que terminara esa caricatura que estaba para mirar puntual a las 8:00 p.m. el inicio del Z. Estaba con mi hermana, que claramente veía todo lo que yo veía, esa emoción de ver el Intro, que más pronto que tarde me lo aprendí y lo cantaba diario, ver ese primer episodio y que apareciera Gohan. Saber que Gokú tenía un hermano y en el mismo Intro ver qué tenía el cabello rubio, Dios mío el siguiente día en la escuela hablando con mis compañeros del episodio, el por qué tenía el cabello así, lo recuerdo bien por qué son cosas que te quedan en la mente y lo recuerdo vívidamente. Esa emoción, ese interés y mi afición comenzó ahí.


Habían terminado de construir la casa, había un poco más de dinero para comprarse cosas, de segunda mano y en el tianguis, pero ya había algo. Llegó el día que mi papá y mi padrino cambiaron de trabajo y llegaron a CAMSA, que sigue trabajando ahí, pronto se jubila según dice el. Ganaban más eso sí, nos compraron nuestros triciclos, el café para mi y el azul para Abi; un poco mejor vestidos y la comida era un poco mejor. Mi mamá ya sin la presión de tener a mi hermana pequeña, trabajaba desde casa, vendía lo que pudiera y llegó a hacer tarjetería española, recuerdo por qué varias veces todos en familia le ayudábamos para terminar sus pedidos y era dinero extra para nosotros. Se metió a cursos, migajón, corte y confección, tarjetas, venta de tupper, llegaban a ir señoras a la casa o ella iba a las suyas para demostraciones, me quedaba con mi hermana en casa, ya sea jugando o viendo televisión junto a mi madrina. Una vez más con ella.

Mamá tuvo varias operaciones en ese lapso, no se cuantas tenga al día de hoy, pero tengo presentes muchos días en los que no estuvo por qué estaba enferma o la iban a operar, mi papá se dedicó exclusivamente al trabajo, siempre fue todo trabajar para el. Al día de hoy lo entiendo y lo acepto, solo quería darle lo mejor a su familia. Pero nos hizo tanta falta, me hizo tanta falta en momentos precisos de mi niñez y aún más a mi hermana. Tuve el gozo de que jugará conmigo en ocasiones, es lo que me cuentan por que recuerdo poco esas veces y que me viera crecer. Hasta que fuera a algunos festivales, pero mi hermana no. Tuve presente las palabras de mi mamá mucho tiempo, "Cuida a tu hermana, agárrale de la mano y no la sueltes". Tome el papel de papá, aprendí a hacer de comer para darle a ella por qué no había alguien en casa, ese primer huevo cocinado que se me quemó el aceite, el sartén quedó un poco negro pero ahí estaba el huevo para mí hermana que tenía hambre y me lo dijo a mi. Llegábamos a salir y la tomaba de la mano, me ponía antes que a ella para cualquier situación. Cuando mamá nos pegaba a los dos, solo pensaba para mí, pégame más a mi, a ella no le pegues, ella no tiene la culpa. Muchas veces me eche la culpa para que lo hiciera conmigo, ya no con ella; conocía muy bien ese sentimiento de estar tras los golpes y no quería que ella cargará con ese peso. Tiempo después supe que ella le dijo a mi mamá que ya no me pegará a mi, que mejor le pegará a ella. 

¿Sabes?, cuando escribí en el AA y después hable en el corral, volvieron esos días a mi mente, reviví recuerdos que estaban bloqueados. Al momento de escribir estoy reviviendo las palabras que dije esa primera vez y son alusivas a este recuerdo. Le tuve resentimiento a mi mamá por las veces que me pegó, las tantas veces que lo hizo y no entendía por qué lo hacía. ¿Sabes qué recuerdos tengo de esos momentos con mi hermana?. Después que mi mamá nos regañara y pegara, varias veces nos enojábamos, pero siempre nos pedíamos disculpas y nos volvíamos a hablar como si nada, seguimos juntos y volvíamos a jugar o mirar televisión. Pero poco tiempo después, empezamos a "jugar" si se le puede decir así, veíamos quien ganaba más, a quien le había pegado más fuerte, veíamos nuestras manos, nuestros cuerpos dónde nos habían pegado y solo decíamos "Mira te gane, a mi me pegó mas fuerte", y nos reíamos de eso, teníamos la marca de los golpes en nuestros cuerpos, fuera el mata-moscas, la mano o con lo que nos pegara y solo veíamos las marcas del otro. Obviamente dolían pero nos reíamos de eso, fueron nuestros juegos durante algún tiempo.

Compartimos esos momentos mi hermana y yo, la vi como mi hermana, la cuide hasta donde más podía. Ella me vio como a su papá, no como a su hermano mayor. Experimentamos muchos momentos juntos, el tener que crecer por qué así tenía que hacerlo, éramos buenos en la escuela, hoy me planteo si éramos buenos por qué teníamos potencial o por qué mi mamá nos obligó a serlo. Si nos exigió tanto que tuvimos que serlo, no había otra opción para nosotros. Tuvimos diplomas y nos lo reconocieron, al día de hoy son solo papeles, algunos los verán con poca importancia o que se han hecho viejos con el tiempo, pero éramos reconocidos por estudiar, al menos había algo que nos diferenció del resto. Teníamos un plus por sobre los demás.

Era una montaña rusa de emociones y de todo lo material, muchas veces más abajo que arriba; una semana podíamos darnos el lujo de comernos una pierna de pavo completa cada uno y las siguientes teníamos que estar comiendo chícharos con huevo o tripas cocinadas, hasta tacos de queso o tacos de azúcar/sal; éramos compartidos ambos y nos dábamos si teníamos. Varias veces por cosas que me gustaban demasiado no le daba o si tenía algo que me gustaba le pedía y yo no le daba de lo mío. Si he de ser sincero así era y ella me lo daba. Procuro mi bienestar y el darme si lo tenía. 

Las veces que íbamos de visita con la familia o nos visitaban veíamos sus cosas, sus ropas, sus comidas. Era notable la diferencia, al menos con mi familia materna, por ser los primos más pequeños éramos excluidos de sus juegos o juguetes, no fuéramos a romperlos o robarlos. Nos miraban hacia abajo y realmente hablábamos muy poco con ellos, de vez en cuando con uno, pero era raro, muy raro hacerlo. Seguíamos mejor juntos, al menos nos teníamos a nosotros. Con la familia paterna era otra cosa, íbamos y a jugar luego luego, sus juguetes eran muy parecidos a los nuestros, así que era más fácil relacionarse con ellos. Salíamos a jugar fútbol y mi hermana también se metía, habíamos practicado en casa y ahora con ellos le resultaba más fácil, no se agüitaba y le entraba a los golpes o patadas. Insisto, era muy machorra a pesar de usar vestidos, creo que le enseñe a defenderse un poco, creo yo.

Pasaron 4 años más así, al menos no había soledad para mí. Pase demasiados momentos al lado de mi hermana, aprendimos a hablar en "EFE", si sacábamos buenas calificaciones en todo un año y diploma, mi mamá nos lo premiaba yendo a McDonald's, se empezó a hacer tradición eso. Al menos una vez por año podíamos ir, aunque estuviera hasta Canal de San Juan, no importaba, el comer hamburguesas, tener la cajita feliz con un juguete e ir a los juegos. Pagaba todo un año de estudio, regaños y de golpes. 

En ocasiones nos enojábamos y desde luego que mamá sabía cuando eso pasaba, no nos dejaba que nos peleáramos o que nos dejáramos de hablar, llegaba una frase clásica para nosotros "Bonitos se ven peleándose o dejándose de hablar, ¿Qué no son hermanos?, parecen perros y gatos peleando, ahora Josué dale la mano a Abigail y dile que te disculpe, tu también Abigail, dale la mano y discúlpate con tu hermano, aquí no vale más por que seas mayor o por que seas la pequeña, dense un abrazo y díganse que se quieren, sino ahorita les voy a dar uno para que lloren con provecho". Lo hacíamos y ahí quedaba, varias veces no queríamos hacerlo, pero ya no queríamos que nos pegaran y mejor por las buenas; después de un tiempo hablábamos como si nada y nos poníamos a jugar o ver TV, seguimos en lo nuestro y olvidábamos el por que habíamos peleado.

Llegó la secundaria y me tuve que despedir de ella momentáneamente, lo inicie solo no sabiendo que era un mundo fuera de la primaria, dónde estuve 6 años. Esa parte llegará pronto, mientras solo anhelo esos días, vienen a mi mente tantos momentos, nuestro primer videojuego, una Family Computer, me la pasé jugando tanto tiempo con ella, siempre fui el control 1 y ella el control 2. Aprendimos solos y aunque mis primos tuvieran el Game Boy o hasta el Nintendo, éramos felices jugando Súper Mario Bros, Tank y Galaga; aunque para nosotros era el de "vamos a jugar con los tanques, desde el primero y no me dispares, no seas tramposo de dispararme y ganar la estrella sino te acuso con mamá". Claramente había peleas sin sentido, que le había quitado un juguete, que ella copiaba todo lo que yo hacía, que no quería jugar con muñecas, que no la dejaba sentarse a mi lado, que me había despeinado, que ensucio mis zapatos o me piso mis tenis. Pero ahí estuvimos los dos, son solo recuerdos y aunque el día de hoy hablamos poco o casi nada, hubo un momento en el que solo nos tuvimos el uno al otro. Nos sentábamos a comer en la mesa, bajita la mano le daba un poco de mi comida, cosas que no me gustaran o que me ayudaba a comer; al terminar recogíamos nuestros platos, eran las 8:00 p.m. y veíamos a los Power Rangers, ella era "la rosita" y yo "el rojo" hasta que después quise ser "el blanco". Llegaba la hora de dormir, lavarnos los dientes, ponernos la ropa de dormir y despedirnos. Mañana llegaría otro día, dormiríamos y dejamos que el tiempo hiciera lo suyo. Sólo eso, dejamos que el tiempo fluyera y sin más, crecimos.


Llegó la noticia que tendríamos un hermano más, yo tenía 7 años cuando mi mamá nos dio la noticia, esa parte de mi vida llegará pronto, la he terminado de escribir y solo estoy puliendo algunos detalles; estaré escribiendo momentos que pasaron en esa etapa en alguna que otra entrada, no escribo más aquí por que sino sería muy larga. Si que ha servido de catarsis y acomodar todo dentro de mi. Recordar de donde vengo para saber hacia donde voy. Y vaya que si.

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