Cárcel

Hay cosas que no esperas en la vida, situaciones que solo ves en la televisión o conoces la historia de alguien que pasó por ahí. 

Era muy pequeño para entender lo que pasó, al día de hoy no sé la historia completa, si quiera saber todo; aunque de momento solo quiero quedarme con ese recuerdo. 

Recuerdo la primera vez fui a tu casa, tenías esa televisión tan grande, a mi corta edad nunca había visto algo así. Tenías cable, videojuegos, juguetes, nos invitaste a comer carnitas para desayunar. Eso para mi corta edad era ser millonario, las pocas veces que llegue a comer y tomar refresco así era cuando nos visitaban o íbamos de visita con mis tíos, los veía tan lejanos. En ese entonces te vi tan grande.

Muchos años después llegó esa tarde. Mamá solo me explico que tenía que quedarme en casa, cuidar de mis hermanos y, a mis posibilidades, cuidara la casa mientras ella estuviera fuera. Y así lo hice. 

Supe que estabas en la cárcel. ¿Por qué Poli? ¿Qué hiciste?.

Fue una temporada difícil, mis papás fuera de casa, mis hermanos y yo seguimos yendo en la escuela. Nos llevaban y traían, nos daban de comer pero estábamos solos.

Veía a mamá llegar cansada. Un día le pedí ir con ella y aceptó. No recuerdo precisamente dónde me llevó, solo sé que llegue después de varias horas transbordando. Iban a leer cargos ese día creo, accedió a llevarme por qué sabía que te podría ver. Más nunca me dio permiso para ir de visita. De las pocas cosas que tengo prohibido y sentenciado para no hacer. Pasamos a comprar una torta en un puesto, tenía hambre también pero no dije nada, no había dinero para comprarme algo así. No pasó mucho tiempo para entender el porque la compraron. Le pidieron permiso al juez para meterla por las rejas y que la pudieras comer.

No cabía la torta y la aplastaron tanto que dejó de ser una torta. Te vi tras las rejas comiendo. Comiste tan rápido que no sé si me viste, no duró mucho. Fue muy fugaz esa visita. Termino rápido y mi mamá solo te veía. No podía acercarme y solo podía verte desde donde estaba. Me sentí tan pequeño en ese entonces. Jamás había estado en ese mundo y fue un ambiente tan pesado. Solo quería irme de ahí, quería con todas mis fuerzas que te fueras conmigo, que salieras de ahí.

Regresé a casa y me quedé con mis hermanos de nuevo. Podía decirles algo pero entiendo que preferí no decir nada. Pasaron dos ocasiones en las que me decía mamá solo para mí: "Hoy quizás salga". No saliste en ninguna de ambas. Fue hasta una tercera ocasión dónde llamaron por teléfono avisando que habías salido a media noche. Al momento que saliste de prisión te taparon con una cobija, no dejaron que mirarás hacía atrás. 

Te desnudaste y cambiaste de ropa ahí mismo. Dejaste tu ropa tirada y te metiste al taxi, de regreso a casa. Todo eso no lo supe al momento, lo pude leer por qué me pidieron un trabajo para la escuela y mi mamá me ayudó, se sentó a escribir a mano sus memorias. Lloró muchas veces al recordar todo. Al transcribir todo a máquina supe todo lo que pasó dentro, las veces que te pegaron tanto los presos como los policías. Pagaban a gente para que te cuidaran, un peso ahí dentro era una fortuna; lo fuerte que tenías que ser para no llorar los días de visita. Te dejaban toda la comida que podían, te daban dinero para que pagarás y no te hicieran nada malo ahí dentro.

Por eso es que sé una parte de la historia, más no los detalles. Y nunca fue necesario preguntarte después cuando hubo tiempo de platicar.

Eras el primo mayor, el más grande de todos. Pronto escribiré para ti. Mientras solo quiero sacar esto de mi cabeza para no olvidar.

A ti primo Apolinar, Poli.

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